Por Rodrigo Medeles R.
Columna de Opinión.
La no sorpresiva y esperada “bienvenida” que delincuentes le dieron al teniente coronel en retiro, Julián Leyzaola Pérez, es una señal de garantía al combate frontal a la delincuencia organizada que impera en la capital del estado de Baja California.
Un hombre como Julián Leyzaola, cuya trayectoria demuestra que no se doblega ante las amenazas del crimen organizado, movilizó de inmediato a la delincuencia organizada desde su llegada como director de Seguridad Pública Municipal de Mexicali.
Los primeros movimientos de Leyzaola, que evidentemente sacudieron las estructuras de poder de la facción del Cártel de Sinaloa y los —mensajes con amenazas y un cadáver— no es más que una muestra de su desesperación por mantener el control.
El mensaje es claro: no hay pactos ni treguas. Leyzaola, con su historial en Tijuana y Ciudad Juárez, donde enfrentó a cárteles con mano dura, representa una amenaza directa a la impunidad para el grupo de “Los Rusos”, que hoy operan en Mexicali.
Sin embargo, para que la estrategia del director de seguridad pública tenga éxito, el respaldo del gobierno estatal, encabezado por la gobernadora Marina del Pilar y del Gobierno Federal, con la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, será crucial.
Sin un apoyo coordinado y con recursos suficientes, la limpieza de la corporación policiaca para dar paso a un combate a la delincuencia organizada no tendrá éxito, y su labor podría quedar en intenciones.
La pregunta ahora es si las autoridades están dispuestas a cerrar filas con él o si, como en otros casos, lo dejarán solo frente a un enemigo que no titubea en usar la violencia para enviar su mensaje e imponer su ley.
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