El asesinato de Fernando Eleazar Cervantes, un exagente de la extinta Policía Estatal Preventiva, ocurrido alrededor de las 8:00 de la noche del jueves 30 de octubre dentro del “Terrenazo del Hambre”, ha desatado una fuerte crítica por la falta de seguridad en el popular establecimiento.
De acuerdo con los reportes, Cervantes de 44 años originario de Durango, se encontraba atendiendo su negocio de comida rápida en el camión de sushi “La Rollo Ruta”, instalado en la Tercera Etapa del Río Tijuana, cuando fue atacado a balazos.
Paramédicos de la Cruz Roja trasladaron al hombre en estado crítico a un hospital de la ciudad, luego de que presentara una herida de bala en la mandíbula. Pese a los esfuerzos médicos, perdió la vida minutos después a causa de la lesión.
En el lugar de los hechos, peritos de la Fiscalía General del Estado localizaron un casquillo percutido en la parte trasera del vehículo de comida, mientras agentes municipales acordonaron la zona e iniciaron las investigaciones correspondientes.
Tras el homicidio, los organizadores del “Terrenazo del Hambre” emitieron un comunicado deslindándose completamente del hecho, argumentando que se trató de una agresión dirigida hacia una persona ajena al evento. Sin embargo, la postura ha generado molestia entre asistentes y ciudadanos, quienes cuestionan la falta de filtros de acceso, vigilancia y coordinación con las autoridades.
El lamentable hecho pone nuevamente sobre la mesa la urgente necesidad de reforzar la seguridad en eventos masivos de Tijuana. No basta con declararlos “100% familiares” si dentro de ellos puede perder la vida una persona. Convocar a miles de visitantes implica asumir la responsabilidad de garantizar su integridad, no solo emitir comunicados tras la tragedia.
