La proliferación de construcciones verticales en diversas colonias de Tijuana ha generado una transformación territorial rápida y un incremento de residentes extranjeros, equiparada con procesos similares en zonas como la Condesa en la capital del país.
Luis Bustamante, corredor de bienes raíces con acreditación, explicó que la colonia Cacho y el Centro histórico representan ejemplos notorios del fenómeno de la gentrificación, donde el incremento inmobiliario no ha sido respaldado por programas que eviten el desalojo de residentes establecidos.
Al respecto, explicó que si bien el fenómeno puede ser visto como señal de progreso económico, también conlleva el riesgo de expulsar a quienes ya habitan las zonas si no se diseñan estrategias para preservar su permanencia.
Indicó que la falta de programas gubernamentales que orienten parte de los tributos generados hacia infraestructura, subsidios a rentas o incentivos sociales contribuye a ampliar la brecha urbana y a segmentar a la población.
Además, apuntó que aunque existen recursos provenientes del desarrollo, éstos no se traducen en mejoras tangibles. Millones de pesos en contribuciones fiscales no impactan en vialidades, servicios ni condiciones habitacionales.
Por ello, sostuvo que la problemática requiere una revisión integral de las políticas territoriales para que el avance urbano no derive en expulsión, sino en beneficios colectivos, pues sin esa perspectiva, advirtió, Tijuana podría repetir los conflictos urbanos presentes en la Ciudad de México.
